Se me hace difícil, pero tengo que hacerlo. No es mi intención dejar de postear ni dejar de visitar vuestras casas, pero ahora mismo, por ritmo de trabajo, y más adelante, por unas merecidas vacaciones que necesito tomar, me es imposible seguir con este blog. Espero volver el quince de mayo. Sed felices. Besos y abrazos a tod@s.
"Tu casa esta donde te sientes en armonia con el mundo y contigo mismo"
Mario Benedetti
lunes, 24 de abril de 2006
domingo, 23 de abril de 2006
viernes, 21 de abril de 2006
“El pintor de batallas” de Arturo Pérez-Reverte
"Nadó ciento cincuenta brazadas mar adentro y otras tantas de regreso, como cada mañana, hasta que sintió bajo los pies los guijarros redondos de la orilla. Se secó utilizando la toalla que estaba colgada en el tronco de un árbol traído por el mar, se puso camisa y zapatillas, y ascendió por el estrecho sendero que remontaba la cala hasta la torre vigía. Allí se hizo un café y empezó a trabajar, sumando azules y grises para definir la atmósfera adecuada. Durante la noche -cada vez dormía menos, y el sueño era una duermevela incierta- había decidido que necesitaría tonos fríos para delimitar la línea melancólica del horizonte, donde una claridad velada recortaba las siluetas de los guerreros que caminaban cerca del mar. Esos los envolvería en la luz que había pasado cuatro días reflejando en las ondulaciones del agua en la playa mediante ligeros toques de blanco de titanio, aplicado muy puro. Así que mezcló, en un frasco, blanco, azul y una mínima cantidad de siena natural hasta quebrarlo en un azul luminoso. Después hizo un par de pruebas sobre la bandeja de horno que usaba como paleta, ensució la mezcla con un poco de amarillo y trabajó sin detenerse durante el resto de la mañana. Al cabo se puso el mango del pincel entre los dientes y retrocedió para comprobar el efecto. Cielo y mar coexistían ahora armónicos en la pintura mural que cubría el interior de la torre; y aunque todavía quedaba mucho por hacer, el horizonte anunciaba una línea suave, ligeramente brumosa, que acentuaría la soledad de los hombres -trazos oscuros salpicados con destellos metálicos- dispersos y alejándose bajo la lluvia."
miércoles, 19 de abril de 2006
35
No soy muy partidario de este tipo de celebraciones, pero dado el carácter personal que esta tomando últimamente este blog, y coincidiendo en que es un número redondo, me ha parecido adecuado aportar este dato sobre mí: hoy cumplo treinta y cinco años. Una vez escritos me parecen muchos, pero puedo asegurar que han pasado como un suspiro. A esta edad tendría que tener muchas cosas resueltas, pero no es el caso. Si hago un balance de mi vida, tengo importantes temas pendientes: no tengo casa propia, ni pareja con quién compartirla; no he estado en un mismo trabajo más de cuatro años, siempre buscando uno que me llenara por completo; no me siento orgulloso de mi mismo, pero tengo la esperanza de que algún día sí lo esté. Y eso es lo que me mueve en este mundo: la ilusión de conseguir aquello que deseo, de compartirlo con la mujer de mi vida, de ser yo mismo y estar satisfecho de ello. Quizás sea pedir mucho, pero treinta y cinco no se hacen cada día.
lunes, 17 de abril de 2006
Mi pasión por Nueva York
Supongo que todo aquello que nos crea una fascinación en nuestra niñez, nos acompañará siempre, aunque vayamos añadiendo nuevas experiencias a nuestra mochila vital. Eso es lo que me ocurre a mí con Nueva York. Al principio de los años ochenta, un íntimo amigo de mis padres se fue a vivir a Nueva York. Se había divorciado y había tenido que cerrar su negocio, así que decidió empezar una nueva vida en esa ciudad. Yo tendría unos diez años y vivía ilusionado con las cartas que nos enviaba explicándonos que tal le iba en su experiencia americana. Esperaba ansioso ver en el buzón de casa esos sobres con bordes azules, blancos y rojos del correo aéreo. Fue mitad por lo que él nos explicaba, mitad por lo que veía en las películas, que tenía Nueva York totalmente idealizada.
En 1987 mis padres y yo fuimos un mes a su casa, en el barrio de Queens. El impacto de la ciudad en el chaval de 16 años que era yo por aquel entonces fue enorme. Si las historias que nos explicaba por carta ya me fascinaban, aquella experiencia me marcó profundamente. Sin conocimientos de inglés y relacionándome sobretodo con hispanos, empecé a descubrir la verdadera ciudad. El olor a especias de los pasillos de aquel edificio de tocho rojo en Queens Boulevard, no dejaba de recordarnos que vivíamos en un barrio de mayoría asiática. Aunque existen barrios claramente diferenciados dependiendo de la comunidad predominante, la mezcla de razas, religiones y orígenes es brutal.
En 1987 mis padres y yo fuimos un mes a su casa, en el barrio de Queens. El impacto de la ciudad en el chaval de 16 años que era yo por aquel entonces fue enorme. Si las historias que nos explicaba por carta ya me fascinaban, aquella experiencia me marcó profundamente. Sin conocimientos de inglés y relacionándome sobretodo con hispanos, empecé a descubrir la verdadera ciudad. El olor a especias de los pasillos de aquel edificio de tocho rojo en Queens Boulevard, no dejaba de recordarnos que vivíamos en un barrio de mayoría asiática. Aunque existen barrios claramente diferenciados dependiendo de la comunidad predominante, la mezcla de razas, religiones y orígenes es brutal.
Diez años después, cuando estábamos preparando el viaje de fin de carrera, mi amigo Joan y yo conseguimos que el viaje fuera a Nueva York. Fue una semana muy especial para mí. En nuestra clase solo éramos veinte personas y el viaje de fin de estudios, por diferentes razones, solo lo hicimos ocho. La ciudad la visitamos juntos, pero después de las obligadas paradas en los lugares más conocidos, cada uno fue seleccionando lo que quería ver, dependiendo de sus gustos personales. Así fue como, solos, o en grupos de dos o tres, nos perdimos por la ciudad, por sus calles, entre la gente. Nueva York es una ciudad tan cosmopolita, con tantas culturas y en la que se hablan tantos idiomas, que nadie se siente extraño. Una mañana me levanté pronto y fui al dinner que estaba en la esquina de la manzana del hotel. Pedí un café con leche para llevar, que me sirvieron en uno de esos enormes vasos de cartón. En pleno invierno y con mi vaso de cartón cogido con las dos manos, me dispuse a visitar el MOMA (Museum Of Modern Art). Esperando que el semáforo de una de las avenidas se pusiera en verde, se me acercó un repartidor y me preguntó por una dirección. No le supe indicar, pero, tanto que me preguntara, como no saber contestarle, hicieron que me sintiera como un neoyorkino más.
En 2007 he decidido volver a ir, para cumplir con una tradición no escrita de visitarla cada diez años. No sé si la ciudad y sus habitantes habrán cambiado mucho después del 11-S. Espero que no, aunque seguramente el corazón se me encogerá cuando pase por el World Trade Center y no vea esas impresionantes torres gemelas que dominaban el horizonte de la ciudad. Ver por televisión como caían me pareció increíble. No dejaba de decir: “no puede ser..., no puede ser...” Lo único que me preocupa es George W. Bush, porque tal y como se están poniendo las cosas, puede que declare persona non grata a todos aquellos que no seamos estadounidenses. Los neoyorkinos siempre han dicho que Nueva York es diferente al resto de los Estados Unidos; físicamente esta ahí, pero que no tiene nada que ver con gran parte del país. Y tienen razón: en las últimas elecciones presidenciales, en el total de los distritos de Nueva York, John Kerry obtuvo el 75% de los votos mientras que George Bush solo consiguió el 25%. Incluso hubo distritos en que la diferencia llegó a ser de 90-10. Hasta en eso me siento neoyorkino. Porque Bush será el presidente de los Estados Unidos, pero no gracias a Nueva York.
Woody Allen, Paul Auster y tantos otros hacen que tenga siempre a Nueva York muy presente. Me muero de ganas de estar allí de nuevo, porque, aunque sea una frase muy manida, impresa en pegatinas y camisetas, no deja de ser cierta en mi caso:
I love N.Y.
Woody Allen, Paul Auster y tantos otros hacen que tenga siempre a Nueva York muy presente. Me muero de ganas de estar allí de nuevo, porque, aunque sea una frase muy manida, impresa en pegatinas y camisetas, no deja de ser cierta en mi caso:
I love N.Y.
domingo, 16 de abril de 2006
"Le petit prince" de Antonie Saint-Exupéry
Les grandes personnes aiment les chifres. Quand vous leur parlez d'un nouvel ami, elles ne vous questionnent jamais sur l'essentiel. Elles ne vous disent jamais: "Quel est le son de sa voix? Quels sont les jeux qu'il préfère? Est-ce qu'il collectionne les papillons?" Elles vous demandent: "Quel âge a-t-il? Combien a-t-il de frères? Combien pése-t-il? Combien gagne son père?" Alors seulement elles croient le connaître.
A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: "¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?" Pero en cambio preguntan: "¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?" Solamente con estos detalles creen conocerle.
A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: "¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?" Pero en cambio preguntan: "¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?" Solamente con estos detalles creen conocerle.
"El Principito" de Antoine Saint-Exupéry
sábado, 15 de abril de 2006
Midi-Pyrénées (sud de la France)
Toulouse (Haute-Garonne)
Vernajoul (Ariège)
Foix (Ariège)
Mirepoix (Ariège)
Aix-les-Termes (Ariège)
Rue des arts (Toulouse)
Aux six soeurs librairie (Toulouse)
Pont Neuf (Toulouse)
Café du jardin Musée Saint-Raymond (Toulouse)
Basilique Saint-Sernin (Toulouse)
Place des couverts (Mirepoix)
Mairie (Mirepoix)
Couverts (Mirepoix)
La maison des consuls (Mirepoix)
Domaines labourés (Foix)
Chateaux de Foix
Eglise de Vernajoul
Hotel de la Paix (Aix-les-Termes)
viernes, 14 de abril de 2006
viernes, 7 de abril de 2006
jueves, 6 de abril de 2006
"Metafísica de los tubos" de Amélie Nothomb
"En el principio no había nada. Y esa nada no estaba ni vacía ni era indefinida: se bastaba sola a sí misma. Y Dios vio que aquello era bueno. Por nada del mundo se le habría ocurrido crear algo. La nada era más que suficiente: lo colmaba.
(…)
Acababa de enterarme de la terrible noticia a la que, un día u otro, todo humano tiene que enfrentarse: lo que amas, lo perderás. “Lo que te ha sido dado te será arrebatado”: así es como se formula el desastre que iba a convertirse en el leitmotiv de mi infancia, de mi adolescencia y de las peripecias subsiguientes. “Lo que te ha sido dado te será arrebatado”.
(…)
“Ya que no estaremos mucho tiempo juntos, te voy a dar en un año todo el amor que te habría podido dar en una vida”."
(…)
Acababa de enterarme de la terrible noticia a la que, un día u otro, todo humano tiene que enfrentarse: lo que amas, lo perderás. “Lo que te ha sido dado te será arrebatado”: así es como se formula el desastre que iba a convertirse en el leitmotiv de mi infancia, de mi adolescencia y de las peripecias subsiguientes. “Lo que te ha sido dado te será arrebatado”.
(…)
“Ya que no estaremos mucho tiempo juntos, te voy a dar en un año todo el amor que te habría podido dar en una vida”."
martes, 4 de abril de 2006
Protestas en París
Foto: g
En París tienen tiempo para todo: para protestar por el contrato de primer empleo (contrat première embauche -CPE-) y para otras cosas. Hoy siguen las movilizaciones: jornada de huelga general en todo el país y varias manifestaciones, siendo la más destacada la convocada a las 14.30h en la plaza de la República de París, el mismo escenario de esta foto.
domingo, 2 de abril de 2006
Carpe Diem. Memento Mori.
Vive el momento. Recuerda que morirás.
¿Es mejor recordar o no tener recuerdos?
Los recuerdos, las experiencias pasadas, nos aportan un mayor conocimiento de nosotros mismos, del mundo que nos rodea y del que formamos parte. Sean buenos o malos, todos son necesarios en nuestras vidas, aunque algunos deseáramos borrarlos. ¿O sería mejor deshacernos de ellos?
¿Es mejor recordar o no tener recuerdos?
Los recuerdos, las experiencias pasadas, nos aportan un mayor conocimiento de nosotros mismos, del mundo que nos rodea y del que formamos parte. Sean buenos o malos, todos son necesarios en nuestras vidas, aunque algunos deseáramos borrarlos. ¿O sería mejor deshacernos de ellos?
Suscribirse a:
Entradas (Atom)