viernes, 2 de septiembre de 2005

Chica de la plaza Lavalle

Durante mi visita a Buenos Aires, me tome unos minutos de descanso en la plaza Lavalle, junto al Teatro Colón. La primavera austral estaba en pleno esplendor, y mucha gente se encontraba allí disfrutando de la tarde. Los niños jugaban, unos adolescentes hablaban de sus cosas, y una pareja de viejitos le daban de comer a las palomas migas de pan. Pero había una figura que rompía esa imagen de felicidad. Una joven sentada en el césped, a la sombra de un árbol, estaba llorando. En su mano, una cuartilla de papel, arrugada de sostenerla con fuerza. No dejaba de leerla. Sus húmedos ojos pasaban una y otra vez por las líneas manuscritas en aquella cuartilla. Ella estaba sola. En medio de toda esa gente, ella estaba sola. Sola con sus pensamientos. Sola con sus sentimientos. Quise acercarme y preguntarle si todo iba bien, si necesitaba ayuda, pero no lo hice. El temor a su reacción ante mí, interrumpiendo ese momento íntimo, me echó atrás.

Continué mi camino, y siempre me he preguntado si, a pesar de todo, no tendría que haberme acercado a ella.

3 comentarios:

V. Watt dijo...

y si te hubieses acercado, ¿qué habría sido lo peor que te podría haber pasado?

Saltemos esa respuesta. Ya la conozco.
Lo importante es lo que sigue:
No hay miedos. Sólo dos personas entre millones de otras.

Sin Destino dijo...

Dos miedos tenía: miedo a incomodarla en ese momento íntimo, y miedo a lo que pudiera pasar. El primero es comprensible. El segundo es cobarde, ya lo sé, pero esa fue mi reacción en aquel momento. Seguramente, ahora me acercaría a ella. La vida te hace cambiar y mejorar.

V. Watt dijo...

No estoy tan segura de si la vida te hace mejorar. Cambiar, si. Creo en eso. ¿Mejorar? No sé. Tiendo a pensar que la gente "mejora" por la experiencia (comprendes a los otros, refuerzas ciertas convicciones...), pero no creo que se mejore en cuanto a características personales. de hecho, estoy más convencida de que hay una exacerbacion de los rasgos de manera caricaturesca.
Para quedar en tregua: entiendo los miedos que sentiste y comparto la nostalgia- por lo que pudo ser y no fue-.

la próxima vez, te acercas.